Del sánscrito lāśya, remite a la suavidad, a la belleza y al gesto de reposo. Su nombre transporta la levedad de un movimiento femenino, como una danza silenciosa o un suspiro tras el aterrizaje. En su forma, la Lassa traduce esa misma esencia: volúmenes plenos y redondeados que evocan un acogimiento inmediato, contrapuestos al respaldo sinuoso que se abre como un gesto delicado de protección. Cada curva está diseñada para envolver, cada proporción busca el equilibrio entre escultura y confort. Más que un asiento, la Lassa es una invitación a la pausa estética y sensorial — donde cuerpo y mirada encuentran descanso en armonía.

